viernes, 3 de agosto de 2018

Julio César Castro "Don Verídico" - El Espejo


"El espejo"

Por Julio César Castro ("Juceca" / "Don Verídico")

- Hombre que supo tener problemas con los espejos, aura que dice Ataulfo Lilo, el casau con Nochebuena Tara, la mayor de las Taras.
No habí espejo que durara en las casas de Ataulfo.
Según el decía, el hombre se tiene que saber la cara todos los días, porque si un suponer una mañana quiere matiar y no se la vió, en un derrepente le erra a la boca y se saca un ojo con la bombilla.
Porque de la noche a la mañana - solía decir - el hombre esta capacitau pa' olvidarse hasta de las cosas más importantes.
- Además, - decía - si uno no se ve, no sabe si esta o si no está, y que capaz que esta pero que no es uno, porque a la final habemos muchos en la vida de aquí pa' allá, de un lau pa'l otro, sin tiempo a nada y no es cuestión tampoco, no ?
Una guelta en el boliche El Resorte taban la Duvija, Sinequanon Lotiro, el tape Olmedo, Nomediga Recuerdo, el pardo Santago y Noreste Materno, cuando cayó Ataulfo Lilo y antes que una caña pidió un espejo.
- Si no se acuerda cómo es - le dijo la Duvija - yo lo miro y le cuento.
- La cuestión es saber si soy yo - dijo Ataulfo - , porque no estoy pa'estar pagando la copa de otro y que arriba me fume el tabaco.
Y agregó que cuando llegaba al rancho hacía lo mesmo, porque nunca falta un sabandija que se meta en rancho ajeno.
Noreste Materno le salto:
- usté tiene mujer, no ?
Bueno, con prieguntarle a su mujer, ta'.
- Linda pa' usté - dijo Ataulfo - Cómo si no supiera lo que son hembras !
En una oportunidá, va pa' las casas y no encuentra el espejo.
Cuando Ataulfo prieguntó, la mujer le dijo que por dejarlo en cualquier lau el perro se había mirado, y que a lo que se extrañó porque no se conocía y fue y se lo cargó al otro y rom[ió el espejo.
- Si se lo cargó al del espejo es porque no era él - dijo Ataulfo.
Lo fue a ver y el perro estaba lleno de tajos.
Le palmió el lomo y le comentó:
- lindo perro ! Asi me gusta que sea guapo pa' cuidar las casas.
A falta de espejo, el hombre se miraba en el agua del pozo.
Veinte metros el pozo.
se veía chiquito, y apenas si se encontraba cara conocida.
Andaba disconfiado, porque hombre caminador como él, caras conocidas tenía a bocha.
Hasta que una guelta, en el boliche El Resorte, el tape Olmedo lo vió venir de lejos y antes de que llegara, ya tenia preparado un pedazo de vidrio de ventana con un manguito de madera.
Dentró Ataulfo, pidió espejo, y el tape le alcanzó.
Ataulfo se quedó un ratito mirando el vidrio, lo calzó en la cintura por el mango y pidió una caña doble.
La tomó de un saque, volvió a mirar el vidrio y pidió otra caña.
Sin decir palabra, miraba, pedía y tomaba.
La Duvija lo vió muy priocupado, se le arrimó y le preguntó:
- qué le anda pasando don Ataulfo ?
- Que don Ataulfo, ni don Ataulfo, si ahora risulta que al final uno no es naides !
Ya de a caballo se le oyó decir:
naides es uno, canejo ! Naides, eso es lo que es uno !
Tiró el vidrio entre los pastos, lo pisó el matungo y lo quebró.
Tan convencido estaba Ataulfo de que aquello era espejo, que tuvo siete años de desgracia.

FIN


Julio César Castro, también conocido como Juceca (Montevideo, 6 de mayo de 1928 - Ib., 11 de septiembre de 2003) fue un escritor, actor y dramaturgo uruguayo. Se lo conoce principalmente por su personaje Don Verídico, con el cual desarrolló un tipo particular de humor absurdo ligado al mundo rural.

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